¿Por qué Díaz Canel no renuncia?

Díaz Canel no puede renunciar porque no tiene el valor suficiente para asumir la renuncia.

Él sabe que de renunciar sería visto por el PCC, Raúl Castro y la élite militar como una gran traición y si acaso cuando más y con suerte lo llevarían a un juicio sumarísimo. Pero lo más seguro es que apareciera bajo la aparente y poco creíble situación de que se había suicidado.

Díaz Canel es un ser gris, alguien que no sabe hacer nada, ha sido un político de carrera que ni siquiera ha sido capaz de crear una riqueza o algún mecanismo de producción de independencia financiera para sí mismos. Toda la vida ha vivido de las mieles del poder. Ha parasitado toda su vida. Tiene tan pocas luces y tan poca valentía que es incapaz de intentar producir un cambio hacia la democracia verdadera, como aquello que valientemente hizo Gorbachov con el PCUS en la Unión Soviética.

Díaz Canel es de muy pocas luces, escaso de pensamiento y de valor, nunca podría imaginar un cambio de esa naturaleza. Si acaso se atreviera a hacer algo en su ínfima capacidad de ver el futuro sería renunciar. Pero es tan cobarde, que es imposible que él se atreva a cometer semejante acto.

Fuera esa una buena salida tal vez, por lo menos en esta situación en que el pueblo está en la calle, la renuncia total del presidente. Eso les daría a las masas el poder, la fuerza de salir a poner el candidato que realmente quieran que los represente. Hoy sería todavía el momento oportuno para eso. Reconocer de una vez y por todas el fracaso del sistema impuesto y redimir los errores con un cambio a la democracia verdadera.

Pero Díaz Canel ya sabemos, no tiene el valor. Es un ser gris que no produce ninguna luz. Y de cuajo Raúl y sus secuaces impedirían tal asomo de respeto hacia el pueblo.

Por eso no puede el pueblo cubano quedarse a esperar que se produzca un milagro. Ni puede ser su reclamo el de querer que le pongan la luz. Lo que se necesita es alumbrar el país todo con el brillo de la democracia y conquistar para todos la libertad verdadera. Esa que haga que el cubano viva con la dignidad plena del hombre que soñó Martí.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *