La indefensión aprendida es un fenómeno psicológico que se observa en poblaciones sometidas a condiciones de opresión prolongada, como es el caso del pueblo cubano bajo el régimen dictatorial. Esta condición se caracteriza por una percepción de falta de control sobre la propia situación, derivada de experiencias repetidas de fracaso y de la imposibilidad percibida de cambiar las circunstancias adversas.
En el contexto de Cuba, la indefensión aprendida se ha arraigado profundamente debido a décadas de represión sistemática por parte del Estado contra cualquier forma de disidencia. Las tácticas represivas, que van desde la cárcel hasta la violencia física o el fusilamiento, han generado un clima de temor generalizado en la población, llevándola a sentir que cualquier intento de resistencia es inútil y peligroso.
Este sentimiento de indefensión se transmite de generación en generación, permeando la cultura cubana y moldeando la psicología colectiva del pueblo. Desde temprana edad, los cubanos aprenden a ocultar sus opiniones disidentes y a temer las represalias del Estado, lo que limita su capacidad para desafiar el status quo.
El miedo al castigo y la sensación de soledad en la lucha contra el régimen dificultan la organización colectiva y la movilización social. Sin embargo, eventos como las protestas del 11 de julio de 2021 demuestran que, cuando la masa se une en un clamor por la libertad, el poder del Estado se ve amenazado y la percepción de indefensión se disipa.
Es fundamental reconocer que la indefensión aprendida no es una característica inherente al pueblo cubano, sino el resultado de un sistema opresivo que busca perpetuar su propio poder. Romper este ciclo de temor y apatía requiere valentía, solidaridad y un compromiso firme con la búsqueda de la libertad y la justicia.